Sobre “Invención de Lucía” de Andrea Pantoja

Por Hellman Pardo

El segundo lugar del Premio Nacional de Poesía (2009) para autores inéditos, convocado por la Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutiérrez, le fue otorgado merecidamente a Rosita Andrea Pantoja, por su libro Invención de Lucía. Allí, la palabra insinúa la expresividad hecha lenguaje, y donde, en un desprendimiento absoluto de convencionalismo simbólico, logra la autora mantener el ritmo efectista que aparece en toda la obra. La intención persiste, sin dejar de lado su propósito creador: el personificar a la poesía misma en Lucía.
Dividida en siete partes, la primera de ellas, sin título alguno, o mejor, sin nombre, contiene catorce poemas. No hay duda que Rosita Pantoja concibió un solo poema, y al extenderse en uno de largo aliento, decidió fragmentarlo. La Escriba y el Texto, en una interrumpida continuidad del tiempo, son los personajes que acompañan esta primera parte. En los capítulos Ella, e Invención de Lucía, la influencia del Octavio Paz de Blanco y Vuelta, en cuanto a la estructura poética, es notoria. La autora maneja el verso escalonado con fluidez e inteligencia, siendo así una propuesta lúcida, y es allí, en el poema 9 de Ella, donde logra los mejores versos del libro: No puede ir / más allá / de la brevedad / que toma / mi vasta / duración / sobre la tierra / y la transforma / en relámpago. Si en la estructura semeja a Paz, en la forma se adhiere a José Manuel Arango ávidamente. El ambiente lacónico que caracteriza tanto a Arango aparece en Rosita Pantoja, quizá sin percibirlo. Continúa el mismo esquema de verso escalonado en las tres partes siguientes: Gato de Luvina, La invitada y Objetos /marca /reverdy. Sin embargo, en cada una de estas tres secciones, aparece una vacuidad para la autora imperceptible: el cierre de capítulo. Para el caso de La invitada, por tratarse de un solo poema, los últimos versos son fallidos. No es posible generar una parte o una estancia poética sin que permanezca redonda por completo, de principio a fin. O aquí el cierre, para citar a la propia Rosita en su poema “Descripción de un objeto redondo”: El objeto redondo es como una piedra quebrada. Así, los poemas que finalizan las secciones nombradas no atañen a la naturalidad que se conserva en los poemas iniciales, es decir, se abandona el ritmo diáfano, transparente, por una consecución de versos desencantados. La última parte, llamada con ironía Comienzo, se estructura en la prosa poética. Retoma la palabra, vuelve con acierto al entorno de la movilidad lírica. Una acotación más. El desprendimiento de los adjetivos en Invención de Lucía, que se supone vigorizan el verso, es prácticamente inexistente. Un verso narrativo, lo llamaría. Es aquí donde percibo el tono, la voz de la poetisa. Ya veremos más adelante, sin duda, cómo Rosita Andrea Pantoja trasciende de su natural Iles, Nariño, a una voz nacional, a otra invención de su poesía sobria y despejada.                     


ELLA

Fui hasta el fondo
                              De Ella
Y pregunté
                             Por el comienzo
Pero no había nadie
                                        El comienzo
                        Se había ido para siempre
Sólo quedaba
                        La continuación
De lo sucedido al comienzo
                                   El silencio (en Ella) transformado