50 libros de poesía y uno más

El viernes 13 de agosto, a las 6pm, en el Salón José Asunción Silva de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, se lanzará el colosal proyecto editorial de Caza de Libros que dirige Pablo Pardo, con la presentación de 50 antologías personales de varios de los poetas más destacados de Colombia, además de una selección complementaria que incluye cinco decenas de autores no incluidos en las antologías previas. El gigantesco evento terminará a las 8 pm. Entrada Libre.

LAS 50 ANTOLOGÍAS PERSONALES
Cántico de la piedra de Giovanni Quessep, Ecos de un vigía de Jaime García Maffla, Antología arbitraria de Jotamario Arbeláez, Restauración de la palabra de Eduardo Gómez, Tiempo de la memoria de Maruja Vieira, La mañana del tiempo de Víctor Gaviria, El legado del fuego de Gonzalo Márquez Cristo, En flotación de Fernando Rendón, Estación profética de Amparo Osorio, Diván del recalcitrante de Eduardo Escobar, Las horas olvidadas de Federico Díaz-Granados, Consumaciones de Julio César Arciniegas, Fragmentos del silencio de Jorge Cadavid, Peldaños de agua de Orietta Lozano, Adhesión íntima del fuego de Olga Malaver, Ataúd tallado a mano de Flóbert Zapata, Antología poética de Carlos Fajardo Fajardo, Peldaños para escalar la noche de Esperanza Carvajal, Ab Imo Pectore  de Carlos Castillo Quintero, Cuando papá perdió la guerra de Juan Gustavo Cobo Borda, Postal de la memoria de Luz Helena Cordero, Puertas entornadas de  Rafael Del Castillo, La fiesta perpetua de José Luis Díaz-Granados, Sensaciones de Gloria Stella Díaz Salom, La tierra memorable Gabriel Jaime Franco, Diario vivir de Luz Mary Giraldo, Nubes verdes para una ciudad gris de Julio Cesar Goyes, Tríptico de la luz de Hernando Guerra Tovar, El poema es nuestro viaje de Samuel Jaramillo, Transitar de Myriam Jiménez Quenguan, Cuarto creciente de Pedro Licona, Desde el fondo del espejo de Félix Ramiro Losada, Libro de las abluciones de Carlos Alberto Castrillón, Los párpados cerrados de Gonzalo Mallarino Flórez, Ocultos incidentes de Yezid Morales Ramírez, El espejo de Andrómaca de Lydia Inés Muñoz, Algunas prosas y otros poemas de Santiago Mutis, Palabras migratorias de Jorge Eliécer Ordóñez, Por el portón salen los ausentes de Celedonio Orjuela, En el trance de una ida de Enrique Rodríguez Pérez, Poemas del cuarto de Gustavo Rubio, Noticias del tercer mundo de Juan Carlos Acevedo, Cantos para anunciar la luz de Conrado Alzate Valencia, Tiempo rojo de Luz Ángela Caldas, Dominios cruzados de Eugenia Sánchez Nieto, Presencia del amor de Fernando Soto Aparicio, Todas las formas del mundo Gustavo Tatis Guerra, Rutas sin recompensa de José Antonio Vergel, La piel del agua y otros poemas de Mariela Zuluaga, Travesía del instante de John Fitzgerald Torres

LA ANTOLOGÍA COLECTIVA
Luis Fernando Afanador, Albeiro Arias, Iván Beltrán Castillo, Winston Morales, Ramón Cote Baraibar, Juan Felipe Robledo, Antonio Correa Losada, René Arrieta, Betsy Barros Nuñez, Germán Villamizar,  Juan Carlos Bayona, Myriam Castilo, Patricia Castillo, Ana Patricia Collazos, Fadir Delgado, Andrés Francel, Gustavo Adolfo Garcés, Liliana Gastelbondo, Leonardo Gil, Giovanny Gómez, Catalina Gil González, Aldemar González González,  María Clara González, Irina Henríquez, Jaime Londoño, Jairo Alberto López, Edgar Emilio Lozano, Omar Martínez, Felipe Martínez Pinzón, Robert Max Steenkist, Julio César Medina, Argemiro Menco Mendoza, Elías Mejía, Emiro A Merlano, Álvaro Miranda, Omar Ortiz Forero, Hellman Pardo, Carlos Patiño Millán, Jairo Polanco Bolaños, Elkin Restrepo, Armando Rodríguez Ballesteros, Cecilia Rojas, Armando Romero, Nelson Romero, Mery Yolanda Sánchez, Edgard Sandino, Hernando Socarras, Lindantonella Solano, Patricia Suárez Nicolás Suescún, Jorge Torres Medina, Miguel Torres Pereira, Marcelino Triana, Beatriz Vanegas, Nicanor Vélez, Ana Mercedes Vivas, José Zuleta Ortiz.


A continuación una breve muestra de los poetas seleccionados

GIOVANNI QUESSEP

DIAMANTE
Si pudiera yo darte
la luz que no se ve
en un azul profundo
de peces. Si pudiera
darte una manzana
sin el edén perdido,
un girasol sin pétalos
ni brújula de luz
que se elevara, ebrio,
al cielo de la tarde;
y esta página en blanco
que pudieras leer
como se lee el más claro
jeroglífico. Si
pudiera darte, como
se canta en bellos versos,
unas «alas sin pájaro»,
siempre «un vuelo sin alas»,
mi escritura sería,
quizá como el diamante,
piedra de luz sin llama,
paraíso perpetuo.


MARUJA VIEIRA

OTRA vez tú me tiendes
tu lento cerco de diamantes.
Contigo estaba escrito
el nombre del amor sobre la tierra;
contigo, lluvia de la medianoche,
tierna raíz de astros.
Y caes y me envuelves.
Eres música,
estás ciñéndome los pasos
y el mundo se me pierde,
porque lo borras tú,
con la mano invisible
con que cierras jazmines
y entreabres luciérnagas.
Yo te siento caer
sobre el sueño de agosto,
lluvia de otra ciudad
y este mismo recuerdo.



EDUARDO GÓMEZ

AMANECER
Mi soledad huele a húmeda sombra
La noche de la brujas se esconde en los tupidos bosques
Bajo las alfombras agonizan los gnomos
Mis brazos están todavía curvados por tu cuerpo
Recomienza la vigilia y renace la muerte.
Alguien camina sin rumbo soñando con un pan
Anochece el día de las bombillas rojas en los sótanos
El crepúsculo perpetuo de las grandes fábricas se torna sonoro como un río
Un niño desnudo contempla los frutos del huerto
El día galopa como un caballo blanco
La luz implacable persigue tu recuerdo hasta aplastarlo
Contra los rascacielos deslumbrantes reclinados contra el cielo.



JAIME GARCÍA MAFFLA

XXV
Un icono o el marco
Oro o talla, de un rostro cuyos rasgos
Han, por fin y ley, desaparecido;
Están el marco y la contemplación:
Para los ojos del contemplador la imagen sigue exacta.



SANTIAGO MUTIS

CAMPOSANTO
Puedo ver las lunas de los animales
La blanca materia de una llama
Las mutaciones fulgurantes sin memoria
El tambor de la noche
Las lluvias de la muerte y sus semillas
Y puedo verla a Ella la más profunda
máscara
bajo la piel
El hombre –privilegio de la visión–
creado por el relámpago
mitad pájaro, mitad planta, casi sin alma
Campos de caña que son flautas –de hueso
En la noche la luz de la savia
echa sus hojas al aire como criaturas de vuelo
entre frutos temerosos
Nadie gobierna. El tiempo avanza –y oculta–
Arqueros sepultados en la luz de los desiertos
lanzan sus flechas de sal
La noche linaje de lucientes bestias
arrastra sus lanzas en el aire de los bosques
como pájaros funerarios
Breves constelaciones luces vegetales
pájaros de hueso en la lumbre de los muertos
Puedo oír los silencios poblados de la sangre
Atiendo sus ecos sin asombro
Escucho el dombo curvado de la brillante oscuridad
Lunas afiladas, pechos altivos, silbos del aire
Hojas de la Luna, que son tan solo una mujer:
las formas reunidas se la naturaleza
para Wifredo Lam


HERNANDO GUERRA TOVAR

DISTANCIA
Si tu piel se resquebraja y huye,
no la busques, no la llames.
como el poema eres imagen,
verso que cambia.
Como en la poesía
el camino es largo
y no hay puerto
ni puente,
sólo distancia,
eterno movimiento,
río que fluye,
que pasa.



JORGE CADAVID

AL COMENZAR EL DÍA
Un niño en brazos
de un viejo
mira con enormes ojos
las hojas mudarse de árbol
El viejo que fue niño
también las ve caer
en el tiempo cansadas
Algún día, quizá
el niño será viejo
notará cómo retornan
las hojas a las ramas
en un viaje inexorable
No olvidará que tuvo otra vida
aceptará lo transitorio
pero sólo el árbol lo recordará.




VICTOR GAVIRIA

LOS DÍAS DEL OLVIDADIZO
Mi locura es ante todo el desorden de las cosas que
acumulan los años:
me hacen bajar los brazos de desánimo verdadero,
y no sé qué está primero,
si el día de ayer o el de mañana, si este pensamiento minúsculo
como el polvo de oro de la tarde
envasado en la penumbra del cajón,
o las cartas de amor que prometí…
¿Quién está primero o último?
Necesito el costal del indigente donde guarda sus
cosas primordiales,
todas en orden cualquiera sea el lugar,
o el costal del ladrón antiguo que saltaba los patios
y que desconoce el tesoro que reunió en la oscuridad.
Necesito una mesa tan grande como la arboleda de
mi primer colegio,
una mesa de fiebre que no tiene bordes,
para que estén todas las cosas-novias
de mis días de olvidadizo, unas junto a las otras
como un herbario sin clasificar, como un rastrojo saludable,
donde mis cosas estén bajo la misma dulce mirada
del Dios de los reblujos,
que iguale el valor de la cosas dispares
como si se tratara de hombres.