Jorge Valbuena, Premio Bonaventuriano de Poesía 2010

Por Hellman Pardo
Hablar de la poesía de Jorge Valbuena es hablar de la imperecedera posibilidad imaginativa del ser humano. No rompe estructuras tradicionales, ni su obra es una especulación de ruptura. Sin embargo, la inmanencia de unas imágenes sólidas y consistentes en cada uno de sus poemas demuestra el grado de compromiso que mantiene con el lenguaje. Ninguno de sus versos es fortuito. No existe el azar cuando la palabra esencial, esquiva para cantidad de escritores, se sostiene de una impecable transición poética. Líneas cortas, pero decisivas. Versos como: antes de ser reflejo / o cristal roto / tiempo roto / pienso en desnudarte / así, fragmentada en el hielo… O estos otros, en su poema Endemia, de una profunda sensibilidad libertaria: en los escaparates de la memoria / los huesos abundan / las llagas han esbozado el miedo /  el olvido ha hecho un cementerio / de cenizas /  los ojos / cansados de repetirse / niegan su reflejo, son claros ejemplos de la versificación sometida a la rigurosidad de la palabra. En Valbuena se reflejan influencias conscientes e inconscientes, quizá, de poetas como Jorge Bocannera, Oliverio Girondo y Roberto Juarroz. En la mayoría de su lírica, hay un desdoblamiento del yo, una recóndita indagación sobre los acontecimientos internos. En palabras de J. Derrida: “Un perseguir imperecedero, sometido a la voluntad de la experiencia humana”. Una muestra de ello es el poema Dolor de tumba, cuando nos dice Esta tumba / y todo su dolor encendido / que me nombra / esta noche y esta sepultura / estas manos frías y moribundas / esta sangre oscura que se niega a salir y evaporarse / en esta mitad de mí / que ahora presiento / mitad de ti / y última. La poesía de Valbuena surca los bordes del aticismo, manejando una sutil ironía que se ve en poemas como Fantasmagoría, o aquel que titula Señales de humo. Otra de las particularidades que definen la poética del colombiano es la gran finalización de los últimos versos. Es de recordar que una de las mayores dificultades que se tienen a la hora de escribir poesía es precisamente la claridad de la idea hasta el verso final  (si bien el poeta deja libre la palabra para su interpretación lectora), Valbuena sortea de manera lúcida tal inconveniente.  
El reconocido poeta Roberto Resendiz, al advertir la poesía Jorge Valbuena, ha hecho comentarios favorables de su lírica. No es de extrañarnos, entonces, que Resendiz le haya extendido este año una invitación al Encuentro Internacional de poetas y escritores de Michoacán, México, el cual llegó a su término hace pocas semanas, así como tampoco es una coincidencia que se le concediera el Premio Internacional Bonaventuriano de Poesía 2010, entre más de 1.300 trabajos de todo el mundo, por la serie Péndulo y otros poemas. Así mismo, ha ocupado el segundo puesto en el Premio Nacional de Poesía Palabra de la memoria, convocado por la Universidad Central para poetas jóvenes. Valbuena, a sus escasos 24 años, ha logrado encumbrarse, lentamente, junto a Leonardo Gil y Santiago Cepeda, como una de las mejores apuestas de la lírica colombiana actual.

INSEPULTO
El reflejo ha roto
                     Su cascarón 
Vuelve a nacer
En las entrañas
                   De la sombra 
Cambia de piel  
De artilugios 
Y remoja sus ojos
Agrietados 
Llora las noches
           Doloridas
Mientras cicatriza
            La luz
De los candelabros