Revelaciones del vacío

Por Juan Carlos Arboleda*

El conocimiento profundo de la realidad del ser y de la nada, la consciencia, matan la voluntad de actuar.
Dicha consciencia se traduce en los siguientes términos retraduciendo las cuatro verdades nobles del Buda:
1)  La vida es, en lo profundo y a veces también en lo evidente, miseria, dolor y aburrimiento.
2) Nada de lo que hagamos, mengua o acrece el ser, ni mucho menos, la-nada.
3) En ese orden de ideas, no existen ni el éxito ni el fracaso reales, o más bien, el fracaso es lo único real y esencial de la existencia.
4) Así mismo, si el hacer, el proyectar o el ejecutar no acrecen el ser ni mucho menos la nada, no tiene ningún sentido promover  acciones.
  En ese orden de ideas lo único que mata-la-voluntad-impía-de-actuar son la-meditación-y-concentración-en-el-vacío y el-estudio-filosófico-especulativo, esto es, prácticas esencialmente contemplativas.
De conformidad a lo anterior, la vida pura, auténtica, virtuosa y justa, será aquella que repliegue el espíritu en-sí y para-sí-mismo, en sosegada quietud y retome, reitero, como en la edad media o la Grecia socrática, la vida contemplativa, sencilla y simple.
Recuerda: el-conocimiento-profundo-del-ser-y-de-la-nada-anulan-tu-voluntad-impía-de-actuar.
La anterior es una nueva versión de “las-cuatro-verdades-nobles” profesadas por el buda, pero que en mi denominación particular, yo las he re-denominado la-tetralogía-divina-como-práctica-y-sentido-de-vida,-hacia-un-tipo-de-budismo-abúlico-y-nihilista-de-desprecio-absoluto-por-la-actividad-y-la-vida.
La-idea-es-forjar-un-estilo-de-vida-críptico-cataléptico-de-cara-al-vacío fundamentado sobre todo en el asco.
Por lo anterior, parafrasearemos a Huan Po en sus cuatro enunciados esenciales:
Dichos postulados son:
-Terminar-con-la-insaciable-búsqueda.
-Disolverse-en-la-levedad-de-todo-desprendimiento.
-La-verdadera-realidad-es-coextensiva-al-vacío.
-El-vacío-es-igual-al-silencio-más-allá-de-toda-actividad.
Hermoso y profundo es el vacío que nos devela nuestra monstruosa nadería, sencilla y simple, como un reflejo de luna sobre una laguna tranquila, o el dibujo en plumilla negra de un árbol en contraste con su anaranjado atardecer, o el olvido de nuestro nombre, del tiempo o de nuestra fatua importancia.
¿A qué sosegadora oquedad estamos condenados?

*Músico y escritor colombiano