Adiós a Mallarino

Ha muerto en Bogotá, para contribuir al empobrecimiento de nuestra trivial y grosera realidad, Gonzalo Mallarino Botero, uno de los últimos clásicos de nuestro mundo periodístico y cultural. Fue un lector insaciable, un publicista lleno de creatividad y entusiasmo, un sapiente adaptador teatral, un agudo autor de columnas y reseñas y, lo que más recuerdan ahora los vanidosos famas, uno de los amigos entrañables de García Márquez y Álvaro Mutis. Durante décadas, este bogotano estuvo vinculado con el Espectador, donde los lectores nos acostumbramos a sus viñetas y brochazos, que brillaban por igual cuando su tema era la política o la literatura, la vida social o la música culta, un gran montaje teatral o cualquier otro motivo. Siempre, más allá del tema, lo que resultaba primoroso
era el estilo de su prosa. Mallarino fue, quizá, uno de los últimos periodistas que se preocuparon por escribir bien. Despedimos a este con-fabulador sin tristeza, sino con la gran alegría que dejan siempre tras de sí las buenas plumas, y enviamos un abrazo solidario a su familia, especialmente a nuestro gran amigo y cómplice, su hijo, el poeta y novelista Gonzalo Mallarino Florez.