Entrevista a Umberto Valverde




Por Marcos Fabián Herrera
Nació en el barrio Obrero de Cali en 1947. Los pregones de la Sonora Matancera, el cine mexicano y  la cadencia de las canciones de Celia Cruz y todo el panteón salsero, fueron sus tutores de adolescencia y se convirtieron  en el sustrato de sus libros. Su escritura es sanguínea y febril, vertiginosa y alada, como el torrente vivencial de su ciudad. Sus libros, que  han despertado la admiración de Guillermo Cabrera Infante y Gabriel García Márquez, han erigido leyendas en la mitología urbana de Cali.  Entre sus principales obras destacan: Bomba Camará, publicado en México en 1973, En busca de tu nombre (Colcultura, 1976) y la novela reportaje Reina Rumba, 1981.

1.  En sus libros, la música  más que un ornamento es un elemento consustancial  que rivaliza con la realidad, al presentarse como afrenta y escapatoria frente al embate de lo cotidiano. ¿La presencia de la salsa en tu obra funge como catalizador de una pretendida ensoñación?
 Cabrera Infante ha sido la persona, por fortuna, que más exaltó lo que hago entre literatura y música, él más sabio en este tema. En un texto escribió: “Es el leviatán que lleva música adentro, como el ballenato cantó en la ópera. Su onda no es sólo la de David: son muchas ondas: son las ondas del Mar Caribe y ha hecho nacer de entre ellas una Venus Negra, una Venus afro, a la que él llama Reina Rumba: a Celia Cruz”. Cuando escribí Bomba Camará, entre mis 17 y 20 años, la salsa como término no existía, sino la música cubana y la pachanga, y el boogaloo, que serían los antecedentes de la salsa, que hoy en día confirman que existía salsa antes del bautizo. La música es la que me inspira y me permite crear un ritmo narrativo donde las palabras se ordenan como una partitura, con una estructura más de poesía que de prosa. Es como si tuviera la música adentro, y la expreso en cada palabra que construyó: la memoria es imagen y música. Es algo diferente a lo hecho antes y en Colombia nunca nadie lo intentó, ni lo ha continuado. Se incluyen citas de discos, pero por fuera del texto. Adjuntos o entre comillas, para mí la música es el todo.


2. Los cuentos que integran Bomba Camará, asumen una fidelidad a las expresiones coloquiales y a la sintaxis propias de las expresiones populares que derivan en un verismo lírico. ¿Concibes la literatura como un ejercicio de profunda indagación realista?
 Bomba Camará es un libro precoz. Vargas Llosa alguna vez me preguntó de dónde tenía ese conocimiento de la técnica literaria si lo había escrito entre los 17 y 20 años. Gabo los elogió y Mutis escribió la nota de presentación para la edición de Diógenes en México. En realidad, hay dos aspectos: rescato el habla popular, a través de la música y lo incorporo en un contexto narrativo complejo de técnica literaria aprendida en el cine y en autores que yo dominaba ya en ese entonces, por ejemplo, Joyce, Faulkner, los objetalistas, Camus, para citar unos cuantos.
  
3. ¿Celia Cruz: Reina Rumba, descubre en un ídolo la manifestación expresiva de un universo que la marginación oculta?  
 Como dice Cabrera Infante redescubro un ícono latinoamericano para la literatura. Es un ejercicio de poesía, hay capítulos que mi intención es construir un poema desde la escritura de la música. Me costó y mucho. Escribí el libro oyendo la música de Celia Cruz, tenía sus versos escritos en papeles y sabía, intuitivamente, en qué capítulo iban. Toda la parte biográfica me sirvió como fuente y certeza de la narración y es una obra polifónica, porque hablan muchos protagonistas y músicos, es un compendio no sólo de Celia Cruz sino de la música cubana y de la salsa. Cabrera decía que él hubiera querido escribir ese libro. Un honor para mí.
  
4. ¿En busca de tu nombre se teje sobre una tensión que subrepticiamente propone una asunción de lo femenino? 
 Hace poco leí este libro y lloré. Jacques Gilard, el crítico francés, que investigó tanto sobre el grupo La Cueva, escribió un buen comentario que lo puse de prólogo en la segunda edición del mismo. De verdad, hay una obsesión por la naturaleza femenina, incorporo el mundo crítico de la universidad, la política, la revolución en todo orden, aún en el sexual, hay un hermoso cuento lesbiánico. Es otra búsqueda, lo empecé a escribir en México, influenciado por los personajes femeninos de Juan García Ponce, quien había sido mi amigo y con quien compartí mucho en mi estadía en ese país y traté de alejarme de las historias del Bomba Camará. Es uno de mis libros menos editado y me encantaría que se volviera a leer.
  
5. Quítate de la vía Perico, postula un abordaje literario al tema del narcotráfico que difiere sustancialmente de fallidas y promocionadas experiencias recientes. ¿Cómo descifraste literariamente los códigos y preceptos sociales que siembra la  irrupción de una cultura viciada y criminalizada?
 Quítate de la vía perico es la Cali de los ochenta con todo el poder del narcotráfico. Pero mi intención es mostrar esta experiencia de ciudad desde adentro, en este caso desde la rumba, desde ese mundo nocturno en el que se expresaba un nuevo poder con orquestas, mujeres y coca. Es un libro duro que espero continuar en mi próxima obra. Muchas de las cosas contadas ahí estaban sin resolverse jurídicamente en el 2002, año en que  lo terminé. Es un libro abierto que capta una Cali destrozada y corrupta, donde toda la clase dirigente participó de ese festín.

  
6. Su literatura está irrigada de un deleitoso frenesí, en cuya lectura fluyen raudas imágenes en absoluta concordancia con los sucesos que retratan ¿Forjas un programa en el que lenguaje y hechos se funden literariamente?
 En esta perspectiva, soy un hijo del cine. Para mi la estructura y la imagen son definitiva, hay cuentos en el Bomba Camará que son como guiones de cine. Por ejemplo, Los Inseparables. Bueno, Carlos Mayolo hizo Aquel 19, quizás su mejor película, sobre un guión mío que fue un producto síntesis de Bomba Camará.

 7. Tus libros han alimentado la iconografía de una urbe Colombiana  que la creación literaria ha privilegiado. ¿Si hemos de creerle a la leyenda, aceptarías la afirmación que Cali es indisoluble del corpus literario de Andrés Caicedo, Arturo Alape, Umberto Valverde y otros?

Para mí Cali es mi vida y es difícil pretender contar otra historia. Es mi entorno, mi vida afectiva y musical. De la misma manera, que no veo a Cabrera Infante sin La Habana (aún la que no existe para él, porque en algún momento sólo fue La Habana de su memoria, la del exilio). Hay otros escritores que construyen ciudades o mundos imaginarios y eso es válido, por ejemplo, Gabo con Macondo. Si alguna vez alguien quiere saber cómo fue Cali consultará inevitablemente mis obras. De la misma manera como para saber como fue Cali y cómo se consolidó la cultura negra en Cali es necesario leer a María, de Jorge Isaacs.

8. En Cali la ebullición cultural ha sido tan acezante como su situación social. ¿ Ha logrado la ciudad exorcizar sus endemias  y reinventar sus derroteros ?
 Cali es una ciudad donde lo más apasionante es la cultura popular. La música, el baile, el fútbol, son culturas triunfantes, y no pertenecen a la cultura oficial, nacen de la marginalidad, y se convirtieron en íconos. Jairo Varela es un ícono, es el músico más poderoso de la salsa, y tuvo que vivir la afrenta en el proceso 8.000. Hoy un día las escuelas de salsa se convirtieron en un símbolo de la ciudad aunque una de las señoras burguesas que han dominado la escena social de nuestra ciudad siempre ha declarado: “Cali no es salsa”. Es una ciudad fragmentada, saqueada, donde los políticos exacerbaron el crecimiento del llamado Distrito de Aguablanca para sacar de ahí sus votos, dejando esto al libre arbitrio, y es ahí donde está la violencia, la pobreza, la marginalidad extrema. Cali es una ciudad sin dirigentes políticos, vive por la expresión de su pueblo.

*Escritor y periodista colombiano