Números Anteriores Con-Fabulación
Archivo del No. 121 al 160
100.000 lectores semanales
Ilustraciones Blog: Fernando Maldonado


Comité Editorial

DIRECTOR: Iván Beltrán Castillo. EDITORES: Gonzalo Márquez Cristo, Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Mauricio Contreras, Rafael Ortega Lleras, Marcos Fabián Herrera, Maldoror, Fabio Jurado Valencia, Olga Sanmartín, Julio Jaramillo Hoyos. CONFABULADORES: Óscar Collazos, Jotamario Arbeláez, Gustavo Tatis Guerra, Mauricio Botero Montoya, Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Germán Villamizar, Guillermo Bustamante Zamudio, EN EL EXTERIOR: Floriano Martins, Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses (Venezuela); Renato Sandoval (Argentina); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar, Eduardo García Aguilar (Francia); Marta L.Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros (Costa Rica).

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Con-Fabulación llega a 100.000 lectores semanales

E D I T O R I A L


La divergencia, el pensamiento plural, la imaginación crítica, el encuentro lúcido que instaura el entendimiento, y todos los recursos inventados por la cultura para enfrentarse a los múltiples rostros de la pobreza y a los disfraces infinitos de la muerte, hoy se encuentran exiliados, arrojados a las inmediaciones. ¿Cómo participar de un festín donde el nombre de la realidad es sacrilegio, descarnado anatema y malévola irrisión?
Ante el mutismo cómplice y la tácita aceptación de una realidad inaceptable, y en la hora en la que todo debate empieza a extinguirse, apabullado por la tiranía del desprecio, que es casi peor que la de la violencia, resulta urgente fundar zonas propicias para el derroche de la libertad.
Soñamos con la alianza fecunda de la imaginación y la crítica, con la nupcias del periodismo y el pensamiento, de la verdad y la belleza: con una Con-fabulación… Porque solamente el uso ilimitado de la creatividad servirá de brújula para fundar el camino y desplazar la oscuridad reinante.
Desde este sitio convocamos al ingenio creador de los periodistas, escritores, académicos e intelectuales para que mediante el ejercicio de la escritura, despojados de cualquier oscura intención destructora, polemicemos y opinemos, y, con un alto sentido de la ética, hagamos aportes a la construcción del horizonte extraviado.

Presentación Grandes entrevistas de Común Presencia


Premio Literaturas del Bicentenario”
Jueves 11 de noviembre, 6:30 pm.
Biblioteca Los Fundadores del Gimnasio Moderno (Cra. 9 No. 74 - 99, Bogotá).
Vino de honor. Entrada libre.
Para asediar la historia invisible, la aventura vital y el peregrinaje geográfico que posibilitó estas 25 piezas de la alta reportería estará Iván Beltrán Castillo, director de este semanario. Nadie como él conoce de manera más detallada los avatares de estas conversaciones, y es la primera vez que entrevista a su cómplice de labores y aventuras Gonzalo Márquez Cristo, lo que imprimirá a la charla el antiguo y olvidado sabor de la experiencia mayéutica, los dones de una pesquisa bien condimentada y las ventajas que otorga a un periodista sentir que su material de trabajo le importa y fascina.
Como es costumbre el rito estará bañado de generoso vino. ¡Un encuentro para que ningún Con-fabulado se lo pierda!

En este tomo de la Colección Los Conjurados, galardonado con el “Premio Literaturas del Bicentenario”, se reúnen por primera vez las legendarias entrevistas realizadas durante veinte años por Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio, para la publicación colombiana Común Presencia, varias de las cuales se han reproducido en importantes medios de diversos países e idiomas debido a la magnitud planetaria de los personajes asediados.
Es fundamental para el público hispanoamericano poder acceder al fin a esta compilación de documentos de gran factura filosófica, lúdica y estética, que son para muchos seguidores de estos acontecimientos verbales, un estremecedor legado de nuestro tiempo: la herencia de una secta de grandes creadores que nos entregan aquí lo más radical y sublime de sus reflexiones y de su experiencia vital, gracias a la deslumbrante conducción inquisitiva de los autores.
Por su bella intensidad y hondura —es oportuno enfatizarlo—, estamos ante una selección de piezas maestras del periodismo, pero además ante una forma singular de ejercer esta disciplina orientada a captar las obsesiones y el pensamiento de las más trascendentales figuras de la cultura universal. Los conjuro entonces al deleitoso reino de la entrevista ulterior.
El volumen contiene entrevistas con: E.M. Cioran, Octavio Paz, Roberto Juarroz, Jean Baudrillard, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, António Ramos Rosa, Eugenio Montejo, Juan Goytisolo, Olga Orozco, Roger Munier, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, Lawrence Durrell, Casimiro de Brito, Mario Vargas Llosa, Bernard Noël, Fernando del Paso, Alfredo Silva Estrada, Álvaro Mutis, Franco Volpi, Hans Magnus Enzensberger, Ernesto Sabato, Antonio Gamoneda y José Saramago.
Esta esencial obra ya está distribuida en las más importantes librerías de Bogotá y estará próximamente en 12 ciudades del país, y será vendida la noche de la presentación a mitad de precio.
Mayores informes Fundación Común Presencia, Tel: 2550478. Bogotá.

FELIZ CUMPLEAÑOS, MUERTE


“¿Morir será caer o subir,
una sensación o una cesasión?”
Octavio Paz

INVITAN
Embajada de México, Con-Fabulación, Festival de Literatura de Bogotá
y Gimnasio Moderno
El martes 2 de noviembre, a partir de las 6:30, en la Biblioteca de Los Fundadores, rendiremos el merecido tributo a la muerte. Habrá música, tequila, tacos y una colectiva lectura de poemas para aquietar a la señora de la guadaña, y al final de la temeraria ceremonia, destaparemos el altar en homenaje a Octavio Paz, una de nuestras preferidas voces de ultratumba.  
Leerán sus textos: Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez, Iván Beltrán Castillo, Hernando Guerra Tovar, Mauricio Contreras Hernández, Amparo Osorio, Juan Felipe Robledo, Gonzalo Mallarino Flórez, Federico Díaz-Granados, Carlos Castillo, Aldemar González, Nathaly Díaz, Juan Carlos Bayona, Yirama Castaño, Jairo López, Omar Martínez Ortiz, José Luis Díaz-Granados, Germán Villamizar, Gonzalo Márquez Cristo, Carlos Fajardo, Hellman Pardo, Leonardo Gil, Enrique Rodríguez Pérez, María Clara González, Yuichi Mashimo, Alfonso Carvajal, Eugenia Sánchez, Rafael Del Castillo, Larry Mejía.
Gimnasio Moderno (Cra. 9 No. 74 – 99), 2 de noviembre, 6: 30 pm.
Entrada libre para todos los con-fabulados

Q.E.P.D.


Por Jotamario Arbeláez
Entre los muchos y deleitosos temas que figuran en el repertorio del infatigable Jotamario Arbeláez está, como era de esperarse, el de la muerte. El poeta la afronta con erotismo, con risa, con sorna y con una profundidad traviesa. Así lo demuestra la siguiente columna exclusiva para Con-Fabulación, que rastrea con ternura a los amigos que ya depusieron las armas y a los que, aún en servicio, no dejan de pensar en la golosa Pelona.

En 1968, décimo aniversario de la constitución del movimiento más inmóvil y más eterno que diera el siglo que ya murió, en los baños turcos del hotel San Francisco de Bogotá, donde disfrutaba de las carencias de la vida conspirando con margaritas por cortesía de su propietario el ‘negro’ Manuel Corrales (q.e.p.d.), Jorge Child (q.e.p.d.), mientras trataba de quitarle la toalla al senador Nacho Vives (q.e.p.d.), se burlaba de mí porque a los nadaístas ningún conmilitón se nos había muerto.
La vida era por entonces demasiado muchacha para traernos más desgracias que las propias del existir. Alzados en contra de todo, hasta del sistema solar, inverecundos tragalibros, tumbalocas y acabarropas, éramos considerados reos de impunidad perpetua en virtud de nuestro extravío,  y ahí estaba la poesía para impedir que alguien nos hiciera el cajón. El cura guerrillero Camilo Torres había caído, qué dolor que dolor qué pena, pero nuestro aliado Diego León Giraldo (q.e.p.d.) se había encargado de inmortalizar su sueño  en una película.
Por esos mismos días del año de las revueltas juveniles universales tuvimos nuestra primera baja en el poeta más joven del mundo, Luis Ernesto Valencia, teenager,  arrollado por un carro de carreras (q.e.p.d.), y Gonzalo Arango (q.e.p.d.) hizo una colecta entre los amigos para que pudiéramos enterrarlo en algo apenas más grande que una caja de fósforos. Ocho años después la muerte en ruedas frenó la carrera de taxi del profeta, quien acababa de reconciliarse con su carnal Amílcar Osorio (q.e.p.d.), luego de una enemistad que habría durado milenios. En el interregno Amílcar volcó el tocador de sus afectos en la artista de la chatarra Feliza Burnsztyn (q.e.p.d.). Para evadir esta suerte macabra se habían marginado del movimiento ‘el nadaísta de Cartago’ (q.e.p.d.) y Guillermo Trujillo (q.e.p.d.). Y a Taganga fue a parar Kat (q.e.p.d.) a encender el último toque sin regreso a la realidad. Pero antes de que se desatara la mortandad Dariolemos (q.e.p.d.) le enviaba sus poemas a Alfredo Sánchez (q.e.p.d.) para que se los publicara en Esquirla (q.e.p.d.). Porque hasta los periódicos terminan por morir como sus fundadores, cuando se les agota el papel asignado.
En los últimos tiempos, contemplando cómo se desangra el país, habíamos descansado de asomarnos al hueco donde caen los poetas cuando resbalan. Pero recibimos la esquela del exilio terrestre del colega  José Manuel Arango, Aquel que esperaba y esperaba / pero no sabía lo que esperaba / y era la muerte, autor de los cantos más decantados de la actual poesía colombiana. Y de carambola nos enteramos de la suspensión de la partida que apostaba con la existencia Saturnino Ramírez, quien manejaba el taco con la misma perfección que el pincel, artista con la más asombrosa capacidad amatoria en las estancias que lo vieron agigantarse, y con una desenfrenada vitalidad que regurgita en su obra soberbia. Fin de fiesta: en los postreros años se les cortaron la luz y el aire al pintor de las islas Samuel Ceballos, al novelista de “El amor en grupo” Humberto Navarro, al poeta de “Golpe de dados” Mario Rivero, al de los “Sinónimos de la angustia” Alberto Escobar, y al cuentista de “Cándido réquiem” Jaime Espinel.       
No digo como ese poeta que a pesar de haber sido mi amigo lo ha vuelto a ser, que ”ahora tengo más amigos en los cementerios que en los bares”. Ya le conté mientras bebíamos que dije que lo decía porque sus amigos preferían morirse antes que tener que beber con él. 
Con la desaparición de los amigos uno se va quedando en los puros huesos. Y cuando se vaya el último el planeta habrá perdido su razón de seguir contigo. E irá siendo la hora de pedir la cuenta definitiva en los bares. Así que no nos apresuremos a llenar el baloto, perennes nadaístas que continuamos cantando en la edad tercera -Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, Eduardo Escobar, Pablus Gallinazo, Armando Romero, Jan Arb-, que vivir en la tierra es la mejor estación del cielo, que queda mucho rayo de sol para calentarnos, nuestras últimas armas por entregar así sean unos besos calamitosos,  y que en algún lugar del mundo se nos está preparando una cena inconmensurable.

Adiós al Señor de las Moscas


Por Yirama Castaño*
Con-Fabulados: Comparto mi poema “Salmo de la destrucción” dedicado a Fernando Garavito de mi libro el Jardín de sombras, escrito justo después de terminar mi trabajo en Cromos como periodista política cuando él era Director de la revista. Fernando fue mi maestro no sólo como periodista sino como poeta, y también lo era de un grupo de reporteros que se formaron en La Prensa del irreverente Juan Carlos Pastrana, Cromos y El Espectador. Allí estaban: Olga Sanmartín, Patricia Iriarte, Fernando Cortés, Gonzalo Guillén, Angélica Pérez, Rafael Chaparro Madiedo, Eduardo Arias, Olga Marín, Olga Viviana Guerrero, Gustavo Gómez, y tantos otros… 

SALMO DE LA DESTRUCCION

Para Fernando Garavito

¿A dónde el corazón de los heridos?
Eterno vuelo de ánimas confusas.

Casta de amapolas y suicidas:
pagamos la deuda del olvido.

Regresaste al camino y no era tiempo.

Nadie se mueve en este agujero
ni siquiera la soledad del cedro.

Cuál es la explicación del pobre orate:
Yo no quise morir.
Cayó el calor y me equivoqué de hastío.

Oigo el rumor de la cuerda en la garganta.
Se afloja.
¿Acaso es un hilo, o el apetito atroz?

­Las migas de mi cuerpo
son culpables de este eclipse.
Me siento mal y entrego, de inmediato,
mi íntima noche a todos los enemigos.

El viento consume las barreras
y el negro de mi ropa.

Estoy desnuda, frágil e indefensa.

Lejos viene el asesino
          que se resiste a mi dominio.

Aniquilo, así, tanta fatiga.

*Poeta y periodista colombiana

Homenaje en Sevilla a Luis Fayad

Durante los días 28 y 29 de octubre, la Universidad de Sevilla, España, bajo la coordinación del Licenciado José Manuel Camacho Delgado, profesor titular de la Facultad de Filología, rendirá homenaje al novelista colombiano Luis Fayad por su trayectoria literaria que ha enriquecido la literatura de habla hispana.
 En los salones de las facultades de Historia, Geografía y Filología del importante centro docente, se leerán ponencias sobre diversos aspectos de la narrativa de Fayad, a cargo de escritores y catedráticos de Colombia y de España como Luz Mary Giraldo, Consuelo Triviño, Julio Olaciregui, Dasso Saldívar, Ariel Castillo, Fabio Rodríguez Amaya, Catalina Quesada, Pilar Ramírez, Virginia Capote, Eduardo Ramos-Izquierdo y José Manuel López de Abiada, entre otros.
 Se trata de un justo reconocimiento al autor de novelas tan representativas como "Los parientes de Ester", "Compañeros de viaje", "La caída de los puntos cardinales" y "Testamento de un hombre de negocios" y de cuentos y relatos como "Un espejo después", "El regreso de los ecos", "La carta del futuro", "Una lección de la vida" y "Olor de lluvia".

Uccelo

Por Gregory Corso

Del poeta norteamericano nacido en 1930 y fallecido en 2001, figura emblemática de la Generación Beat, y a quién le hurtamos el título para celebrar a la gran anfitriona de la Guadaña: Feliz cumpleaños de la muerte, publicamos uno de sus más bellos poemas, en homenaje al genio renacentista Paolo Uccelo.
A continuación la palabra del escandaloso escritor que se definía como delincuente, autodidacta, inocente, atormentado, trasgresor, imitable y plagiario…

Ellos nunca morirán en ese campo de batalla
ni las sombras de los lobos reclutarán sus tesoros como
novias del trigo en todos los horizontes esperando allí
para consumir el fin de la batalla
no habrá ningún muerto que ponga tensos sus vientres
flojos ningún montón de tiesos caballos en los que
enrojecer sus ojos brillantes o aumentar su comedura de
muertos.
Antes vagarían enfurecidos y hambrientos con lenguas
dementes que creer que en ese campo ningún hombre pudo morir.
Nunca morirán aquellos que luchan tan abrazados
aliento con aliento, el ojo reconociendo al ojo, imposible
morir o moverse, ninguna luz se filtra, ningún brazo con maza,
nada más que un caballo resoplando contra otro, escudo
brillante sobre escudo, todos iluminados
por el afilado rayo de un ojo bajo un yelmo.
¡Y aquellos pendones! Lo bastante airados para echar a volar
sus insignias de una parte a otra del cielo que han borrado.
Podría imaginarse que pintó sus ejércitos junto a los ríos
más fríos que tenías filas de calaveras de acero
brillando en la oscuridad.
Pensarías que es imposible que un hombre muera
la boca de cada combatiente es un castillo de canción
cada puño de acero un gong soñador, golpe resonante,
golpe
como gritos de oro
¡Cómo desearía participar en tal batalla!
Un hombre plateado en una caballo negro con un
estandarte rojo
y una lanza listada, nunca morir sino ser eterno
un príncipe dorado de una guerra pictórica.

Cartas de los lectores No 160

AGRADECIMIENTO A NATHALIE HANDAL. Escuché el recital de Nathalie Handal el sábado en la biblioteca Julio Mario Santodomingo. Quiero dar gracias al periódico Con-Fabulación por el cual me enteré de que venía la poeta palestina y leí allí el poema que publicaron, el cual me pareció muy interesante. Fui a escucharla y ratifiqué su calidad. Su periódico hizo posible el acercamiento y la difusión de esta voz esencial de la poesía contemporánea internacional. María Paz Guerrero, poeta colombiana

***
POEMAS DE LAS BRUJAS. Excelentes las tres hechiceras que leyeran el sábado 30 de octubre en la biblioteca Julio Mario Santodomingo. Fue un instante tembloroso e irrepetible, bañado por esas tres presencias eclipsantes: Nathalie Handal, Amparo Osorio y Luz Helena Cordero. Yo, que estaba entre el público, armado de mi sensibilidad, me supe afortunado, dueño de un momento que habría de perdurar en la memoria. Definitivamente las mujeres son de la poesía y siempre que pueden demostrarlo la olimpiada resulta legendaria.
Por otra parte, quedé fascinado con Natalie Handal, la hermosa palestina, no solamente porque es cierto el donaire que ustedes le atribuyen en su pasada edición, sino porque su obra es sólida, conmovedora, de una sabiduría mayor. Por eso compré varios ejemplares de la Antología Poética que ustedes tuvieron a bien publicar con la Universidad Nacional. Libro imprescindible que le recomiendo a todos los buenos lectores de la palabra insumisa. Germán Barón, escritor y fotógrafo, Bogotá.

***
EL CUMPLEAÑOS DE LA MUERTE. Queridos míos… estaré de incógnita en la celebración del cumpleaños de la muerte en el Gimnasio Moderno y, mientras escuche y participe del ágape, pensaré en la falta que nos hace erotizar la nada, hacer nupcias con el abismo y desposar a la eternidad. Yo creo que no hay ningún movimiento terrestre que no sea en su homenaje, y me gusta considerarla una hembra sedienta, poderosa y afrodisiaca. Con un beso, Narda Fiory
***
DE PROCURADORES Y SICARIOS. Con-fabuladores: Se me hiela la sangre cada vez que escucho hablar al procurador Alejandro Ordoñez. Sus palabras, teñidas de ímpetu fascista (“los periodistas terminan siendo sicarios morales”), van creciendo en temeridad como una ola curiosamente oscura. La última de sus salidas, cuando no dudó en tildar a todos los periodistas que han sido sus detractores como sicarios morales, recordó los episodios más nefastos y los personajes públicos más sombríos. ¿Cómo se atreve, me pregunto, a señalar con el dedo, con aire de fiero cazador, a quienes no están de acuerdo con su gestión? ¿Y cómo es posible que utilice la palabra “sicarios” para denominarlos? El fantasma de Goering y Goebbels cabalga por el mundo. Martha Lucía Durier, Medellín

***
POR LA MARIHUANA. Hoy 2 de noviembre se votará en California por la legalización de la marihuana: esperamos que el territorio donde nació el hipismo dé el primer paso para este importante avance jurídico, en pos de la libertad del hombre. Ariel Santos.

Esperando a Nathalie



El nombre de Nathalie Handal, cuya sugestiva sonoridad y erotismo coinciden a la perfección con su dueña —milagro casi siempre improbable—, ha venido haciendo carrera entre nosotros, desde que algunos de sus más hermosos versos empezaron a aparecer en revistas y periódicos de Hispanoamérica, pero sobre todo desde que los enfermos de la belleza vimos aparecer su conmovedoras fotos, aquí y allá, capaces de hacernos soñar con inauditos puertos, como nos ocurre a todos los adolescentes perpetuos. Coincidencia feliz entre unos ojos y unas palabras, entre la metáfora de una belleza física y el aluvión de una belleza interior.   
Pues bien, culminación de un romance creciente o cumplimento de una cita muchas veces soñada, la gran escritora y traductora del mundo árabe arriba ahora a la ciudad de Bogotá, como una de las estrellas principales del Festival Letras Capitales, que preside el incansable periodista Javier Osuna, y que, durante ocho fines de semana nos acompañará con actos de gran calado, en las bibliotecas públicas de la ciudad.
Nathalie estará con nosotros durante cuatro días fragorosos, donde se encarnará la múltiple pasión que ha logrado despertarnos, y se nos dará la opción de condimentar su creciente e imaginativa leyenda.
Este viernes 29, a las cinco de la tarde en el Salón Oval de Postgrados, y como apertura del gran festín, Nathalie conversará exhaustivamente con Germán Villamizar, sobre el siempre fascinante y controvertido tema de la poesía y la traducción. A las seis de la tarde, dentro de los ya míticos Viernes de Poesía de La Universidad Nacional, que pilotea el gran profesor Fabio Jurado Valencia, Nathalie estrenará su primer libro en español Antología Poética. Oportunidad única de escuchar a la hacedora interpretándose a sí misma, magia de hacer coincidir las palabras que le hemos leído con el rostro con el que nos resulta imposible no ensoñar.
El sábado 30 de octubre a las 5 p.m., en la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo, calle 170 No. 67-51, acompañada de otras dos “Hechiceras”, Luz Helena Cordero y Amparo Osorio, y como un homenaje en su día a esas mujeres sagradas y rebeldes que fueron las brujas, Nathalie leerá sus poemas. Nueva y espléndida oportunidad de exorcizar la benévola magia de las mujeres sobre la tierra.
Pero, como si lo anterior fuera poco, la libanesa esperada nos regalará un reportaje especial, que verá la luz en Con-fabulación en el curso de las próximas semanas. Una misión periodística que nos inflama y engrandece.
Nosotros suponemos que la experiencia de conocer, oír y “observarr” a Natalie Handal será tan exuberante e inolvidable como la que vivimos desde hace algún tiempo en la ceremonia de esperarla.


EN BUSCA DE LA MEDIANOCHE

Él besó mis labios a la medianoche
Yo lo permití
Él me quitó la blusa
Yo lo permití
Él me quitó el sostén
y tocó mis senos
Yo lo permití
Él me quitó los pantalones
Yo lo permití
Me quitó mis prendas íntimas
y me miró, de pie
en este cuarto extraño, oscuro
blanco y negro.
…Yo lo permití
Una pequeña luz se desvaneció
en la ventana
vi brevemente
la ciudad donde vivimos,
pero no conocemos…

Luego él se equivoca
al pronunciar mi nombre
y yo lo detengo…
Le pregunto si alguna vez
ha sido exiliado o encarcelado
si alguna vez ha enviado
cartas a una mujer antes
amada pero que jamás
habrá de ver otra vez
si piensa que se puede regresar
a un amante aún si
el amor ya no fuera posible
una segunda vez,
le pregunto si acaso
había asaltado una pequeña tienda de víveres
o robado el pan de un campesino,
o si acaso había cruzado
los mares, costas y montañas
aún incapaz
de llegar…

Él responde:
En mi país, no pronuncié
mi nombre correctamente
y entonces fui torturado,
en la línea del enemigo, no pronuncié
mi nombre correctamente
y fui exiliado
al llegar, no pronuncié
mi nombre correctamente
y me dieron nuevos documentos…
Ya ves. Un corazón que busca la medianoche
es sólo un corazón, todo lo demás es igual,
excepto lo que espera el otro …

NATHALIE HANDAL es una de las nuevas voces poéticas más significativas del orbe. Nació en Haití en 1969, su familia es oriunda de Palestina y del Líbano. Es dramaturga, narradora y editora. Ha vivido en Europa, Estados Unidos, el Caribe, América Latina y el mundo árabe. Sus poemas figuran en numerosas antologías y revistas, y se han difundido en importantes medios como The New York Times, The San Francisco Chronicle, Reuters, Mail & Guardian, The Jordan Times y Il Piccolo. Sus libros más recientes son: Strange Love and Horses (Universidad de Pittsburgh Press, Mención de Honor en el Festival del Libro de San Francisco), y la antología histórica Lenguaje para un Nuevo Siglo: Poesía contemporánea del Medio Oriente, Asia y más allá (PD Norton). Su trabajo ha sido traducido a más de 15 idiomas y cuenta con los siguientes reconocimientos: Miembro de la Fundación Lannan, Mención de Honor del Gift of Freedom Award, Becaria de AE Ventures, Candidata al Agnes Lynch, ganadora del Premio Literario Menada y del Premio Nacional del Libro “Pen Oakland Josephine Miles”. En la actualidad Nathalie Handal escribe la columna La ciudad y el escritor en la prestigiosa revista Words Without Borders.   

FELIZ CUMPLEAÑOS MUERTE


“¿Morir será caer o subir,
una sensación o una cesasión?”
Octavio Paz

INVITAN
Embajada de México, Con-Fabulación, Festival de Literatura de Bogotá
y Gimnasio Moderno

El martes 2 de noviembre, a partir de las 6:30, en la Biblioteca de Los Fundadores, rendiremos el merecido tributo a la muerte. Habrá música, tequila, tacos y una colectiva lectura de poemas para aquietar a la señora de la guadaña, y al final de la temeraria ceremonia, destaparemos el altar en homenaje a Octavio Paz, una de nuestras preferidas voces de ultratumba.  
Leerán sus textos: Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez, Iván Beltrán Castillo, Hernando Guerra Tovar, Mauricio Contreras Hernández, Amparo Osorio, Juan Felipe Robledo, Gonzalo Mallarino Flórez, Federico Díaz-Granados, Carlos Castillo, Aldemar González, Nathaly Díaz, Juan Carlos Bayona, Yirama Castaño, Jairo López, José Luis Díaz-Granados, Germán Villamizar, Gonzalo Márquez Cristo, Carlos Fajardo, Hellman Pardo, Leonardo Gil, Enrique Rodríguez Pérez, María Clara González, Yuichi Mashimo, Alfonso Carvajal, Eugenia Sánchez, Rafael Del Castillo, Larry Mejía.

Gimnasio Moderno (Cra. 9 No. 74 – 99), 2 de noviembre, 6: 30 pm.
Entrada libre para todos los con-fabulados

Literatura y Locura


Por José Luis Díaz-Granados*
Hace algún tiempo, el periódico "British Journal of Psychiatry", vocero de la psiquiatría en la Gran Bretaña, reveló que los escritores "sobrecargan su cerebro de imaginación y en consecuencia sufren con frecuencia de disturbios mentales".
El estudio, realizado por el profesor Félix Post, se basó en las biografías de un centenar de escritores británicos y norteamericanos y se hizo con el fin de explicar (o de tratar de explicar) por qué los creadores literarios en esos países sufren a menudo de enfermedades mentales, ya que según un estudio precedente publicado en 1994, el doctor Post había llegado a la conclusión de que "los creadores sufrían con más frecuencia que los demás mortales, problemas mentales y emocionales".
El caso es que en más de una ocasión, literatura y locura han ido de la mano con inusitada asiduidad. Y aunque el concepto de locura es relativo, en el artista es más notoria por cuanto él mismo o a través de sus obras expresa como nadie sus delirios y perturbaciones sin ninguna clase de inhibiciones o disimulos.
La escueta noticia del periódico inglés no revela detalles de la metodología utilizada por el doctor Post. Simplemente informa que "los casos de psicosis o depresión afectan al 80% de los poetas, al 80.5% de los novelistas y al 87.5% de los dramaturgos" y agrega que "sólo el 31% de los poetas son alcohólicos, contra el 54% de los dramaturgos". Por razones incomprensibles no se nos suministran datos acerca del porcentaje de novelistas alicorados.
"Los poetas ---concluye la información--- viven más tiempo, se divorcian menos, pero sufren cambios de humor más bruscos que los narradores".
Aunque, desde luego, nos parezca bastante superficial el mencionado artículo, pensamos que los problemas emocionales y los desequilibrios mentales que padecen los creadores literarios y artísticos, no se diferencian en mucho de los que sufre el resto de los mortales. Sólo que los artistas poseen en grado sumo una alucinada sensibilidad que se extiende, se bifurca, se arquitectura, se enreda y se confunde de tal manera que la mente del poeta la transfigura en ocasiones en un infierno exquisito o en un paraíso de delirios.
Son conocidos los casos de escritores que llegaron a la esquizofrenia, como Antonin Artaud (1896-1948), célebre poeta y dramaturgo francés, quien conmovió a sus contemporáneos con los hermosos delirios de su Teatro doble, pero también con sus fantasmagorías. El ombligo de los limbos fue su gran aporte poético al surrealismo. "La razón me abandona", escribía desesperado. "Y no logro recobrarla ni materializarla, ni siquiera a través de las palabras".
En cambio al poeta norteamericano Ezra Pound lo encerraron en un manicomio en Washington durante doce años acusado de loco y condenado al ostracismo por haber combatido a la entrada de sus compatriotas a Italia a través de emisoras radiales al término de la Segunda Guerra Mundial.
Los progresivos tormentos mentales de Ernest Hemingway llevaron a suponer que en el colmo de la angustia (real o imaginaria), se suicidó de un tiro en la boca. Decían que en los últimos años se sentía perseguido por agentes del FBI, a quienes veía en cada esquina, en los cafés y en las plazas de toros. Una vez intentó escapar de un avión en pleno vuelo, acosado por los ojos inquisidores de un supuesto (o real) perseguidor y no fue tarea fácil para pasajeros y tripulantes de la nave el disuadirlo de su paranoia. Años después de la muerte del novelista, se comprobó que en efecto el FBI lo seguía a sol y a sombra en todas las latitudes, por su participación al lado de los republicanos en la Guerra Civil Española y sus simpatías por la naciente Revolución Cubana.
Edgar Allan Poe, en un momento de abstinencia alcohólica, sufrió de "delirium tremens", estado en el cual sufre de alucinaciones que toman forma de siniestros insectos y de hórridos animales.
Otros poetas han experimentado alteraciones del sentimiento o de la conducta hacia el mundo exterior a consecuencia del consumos de algunas drogas alucinógenas. El poeta colombiano Raúl Gómez Jattin, pequeño dios alucinado, maníaco-depresivo y esquizo-afectivo, coincidió con la poeta venezolana Martha Kornblith en una larga e inútil terapia en la Clínica Montserrat de Bogotá. Ella descubrió en el iconoclasta de Cereté un hombre que había logrado sublimar los límites de su alienación mediante un poema, una palabra, una metáfora. Hicieron una breve y bella amistad en la Clínica, en donde llegaron a la conclusión de que "el genio es una forma de la locura".
Raúl murió atropellado por un autobús en Cartagena en mayo de 1997 y Martha se suicidó, luego de una prolongada depresión, arrojándose por la ventana de su apartamento en Caracas, en diciembre del mismo año. Ambos habían alcanzado la etapa del "darse cuenta" de su mal y creían en el pasado como único punto de llegada.
Sin saber en qué punto de la realidad estamos, solemos preguntarnos a menudo: ¿Dónde está la verdad, el lugar exacto de la sensatez y la cordura? ¿Y dónde el de la locura, la demencia y la enajenación? Borges dijo que si Hamlet acudía a la representación del Hamlet y Don Quijote leía párrafos de Don Quijote, probablemente los lectores éramos los ficticios.

*José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, 1946), poeta, novelista y periodista cultural. Su novela Las puertas del infierno (1985), fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. Su poesía se halla reunida en un volumen titulado La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002 (2003). 

Cartas de los lectores No 159

LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA.  El 2 de noviembre se decidirá en California si la marihuana es legal o no, pero como decían los Nadaístas, claro que siempre ha sido “legal”. Esperamos que los gringos den el visto bueno para que nuestros países restañen sus heridas. ¡Amanecerá y veremos! Armando Luis Franco.
***
GRITOS DE CINE MUDO. Intenso y truculento el cuento de Juan Sebastián Gaviria. Después de leerlo pensé que Colombia es un semillero de escritores. ¡Bien por las nuevas generaciones! Fernando Díaz
***
BOLÍVAR DESORIENTADO.  El sábado pasado en la biblioteca Carlos E. Restrepo de Bogotá, dentro del marco del Festival Letras Capitales, pude escuchar con asombro los argumentos de Gustavo Bolívar, el afamado y desorientado –desorientador- libretista de televisión, que nos acusaba a los presentes de ser los responsables de que la televisión tenga ese nivel tan grotesco y tan ignominioso. Su interlocutor Iván Beltrán, planteó en cambio que el Cartel de Cali y el de Medellín fueron remplazados por los carteles de los dos canales televisivos, dispuestos a “traficar con narcotráfico”, a negociar con nuestras desgracias. Armando Dueñas.

Gritos de Cine Mudo


Por Juan Sebastián Gaviria
 Las primeras salidas a terreno de Juan Sebastián Gaviria, conocido también con el seudónimo de Inti Manic, ocurrieron en el peligroso territorio de la poesía, al que se consagró durante varios años, produciendo tres artificios inquietantes: Inti Manic, Música mecánica y Cicatriz Souvenir, todos ellos publicados con buena acogida, aunque dentro de la insularidad característica del género: reflexión fulmínea, asombro ante la gravedad del mundo, erotismo al borde de la fatalidad, desarraigo, perplejidad metafísica y ansias emigratorias, son algunas de sus características más notables.
Pero como el gran sediento que busca siempre nuevas formas y rutas inexploradas para su necesidad de comunicar, o sencillamente para sobrevivir, Juan Sebastián decidió mudar de género, y, con una disciplina casi marcial, escribió una novela –Cenizas en América- y el libro de cuentos Gritos de cine mudo, ambos de próxima aparición, por donde deambula una curiosa familia de sombras tutelares: Charles Bukowski, Arthur Rimbaud, John Fante, Jack Kerouac, pero así mismo los espectros de grandes cultores del séptimo arte y del Rock and Roll.
Nacido en 1980 en Bogotá, este impetuoso hacedor de poemas y ficciones representa una sazonada propuesta en el controvertido y discutible orbe de la nueva literatura colombiana. En sus trabajos, tanto poéticos como narrativos, vislumbramos su amor por el viaje como expiación y odisea básicamente interior. Es bueno contar aquí que Gaviria hizo dos increíbles periplos en motocicleta, uno con destino Alaska y otro hasta la Patagonia. Ahora viaja frente a su computador, armado siempre de un cigarrillo y de un pocillo gigantesco de tinto cerrero.
El siguiente cuento, perteneciente a Gritos de cine mudo, fue cedido especialmente por el autor para que viera la luz en Con-fabulación.

LUMBRE
O CUBIERTO EN SANGRE DE CABRON
Desde antes de abrir los ojos sentí unas ganas terribles de un cigarrillo. Y un olor  ácido a orinal. Los abrí, y vi el techo de cemento grafiteado y supe que estaba en problemas. Me encontraba acostado boca arriba, con el tacto de porcelana helada en los brazos: Estaba esposado a un inodoro. La puerta del cubículo estaba cerrada, y me era difícil saber en cuál de los muchos baños públicos de la ciudad me encontraba. No importaba realmente, todos los baños públicos de la ciudad eran un nido de sodomitas y yonquis.
Oí las voces de dos chicos fuera del cubículo.
—Córtala. Muélele dos pastillas de lidocaína o sólo mézclala con algo de bicarbonato de sodio —dijo uno con una voz que se quebraba de excitación.
—¿No te da como cagada? La pobre creyendo que es coca, inhalando lidocaína… —murmuró el otro.
—Bah, ¿y qué? Por mí mézclasela con veneno para ratas, es una niña rica tarada —replicó el primero.
—¡Hey! —grité yo— ¡Allá afuera, hey!
—Qué putas fue eso… —dijo uno de los chicos.
—Ayúdenme un toque aquí —dije yo y pateé suavemente la puerta del cubículo.
Uno de los chicos abrió. Se quedaron parados, mirándome.
—Je, je… Este marica está esposado al inodoro —dijo uno de los chicos.
—Por algo será. ¿Será un violador? ¿Le sacamos la mierda a golpes? —preguntó el otro.
—Hey —les dije—. Si se me acercan, les parto las piernas a patadas. Miren, en el bolsillo trasero de mi pantalón tengo buena plata —mentí—. Si me ayudan a salir de aquí se las doy. Pero de todas formas ya les dije. Así esposado y acostado boca arriba igual les puedo romper la madre con estas botas —dije y levanté un pie y lo zarandeé en el aire, entre ellos y yo.
—Tú qué dices —le preguntó uno de los chicos al otro. No tenían más de catorce años, los pequeños bastardos.
—¿Y cuánta plata es que tienes?
—Suficiente para que compren mucho bicarbonato de sodio —dije.
—¿Y cómo se supone que te saquemos de allí? Estás esposado al puto inodoro, hermano.
—Eso ya lo sé —le dije al chico—, traigan una jodida maceta y hacemos mierda esta porcelana —dije e inmediatamente pensé lo fácil que sería que simularan no atinarle al inodoro y aplastarme el cráneo contra el piso. De todas formas no tenía muchas opciones. Los chicos no eran cerrajeros ni plomeros.
—Una maceta, ¿eh? Es domingo y son las siete de la mañana. ¿De dónde mierdas vamos a sacar una maceta? —preguntó uno. Y fue una muy buena pregunta.
—Yo sé dónde —dijo el otro—. En el taller de mi hermano hay macetas. En quince minutos vamos y venimos.
—O tal vez —dije yo— puedan encontrar algo para zafar ese tubo de la pared. Puede que el baño se inunde, pero puede ser más fácil. Mira en el taller de tu hermano, y si hay llaves de tuerca, tráelas.
—No nos des órdenes. Tú eres el que está patas arriba como un escarabajo. Si volvemos y no tienes esa plata te vamos a meter la llave de tuercas culo arriba.
—De acuerdo —dije yo sin titubear— tráela. Hey, ¿de casualidad no tienen un  cigarrillo? Me estoy muriendo por un pucho.
—Tengo yerba, y eso sí lo tendrías que pagar de contado.
—No. Si pueden, tráiganme un cigarrillo —dije y los chicos se fueron.
Qué juventud la de hoy en día, ¿eh?
Me quedé allí, esperándolos y, entre tanto, intentando recordar cómo diablos fue que terminé allí. Mi aliento olía a tequila de muy baja calidad y el sudor en mi camiseta apestaba a todo tipo de lugares indeseables llenos de personas indeseables. ¿Quién sería tan desalmado como para esposar a un tipo ebrio al inodoro de un baño público? De la anterior noche sólo podía recordar a una chica. No era mi novia, era otra chica. Mi novia no había podido salir, y yo había terminado hundiéndole la lengua hasta el esófago a una pequeña zorrita. Lo que recordaba, es que había tenido una disputa con la chica, y ella me había amenazado. Estábamos en la casa de ella, y ella me había amenazado con sus hermanos. ¿Era esto, terminar esposado a un inodoro, con lo que me estaba amenazando? No sentía ecos de dolor en mi cuerpo, así que no me habían dado ninguna paliza. Había algo que no lograba recordar. No recordaba el punto de ebullición. ¿Habría golpeado a la chica? ¿La había violado? Me vi caminando por una acera con una bolsa en la mano, rumbo a la casa de la chica. ¿Qué había en la bolsa? ¿Licor? ¿Comida? No recordaba el punto de ebullición. Sabía que estar esposado allí era una especie de castigo, pero: ¿Por haber hecho qué? Oí pasos en las escaleras que descendían de la calle al baño, y contuve el aliento.
—¿Dónde lo dejaste? —preguntó un hombre.
Los chicos me traicionaron.
—Aquí, en un cubículo —respondió otro. No, no fueron los chicos, eran quienes me habían esposado.
La puerta se abrió, y dos hombres, uno en camiseta y uno con una chaqueta de cuero roja, se quedaron mirándome fijamente.
—¿Este es el hijo de puta? —preguntó el de la chaqueta roja.
—Sí. Este es.
—Un momento —dije yo —¿Qué putas les hice yo a ustedes?
—A nosotros nada. Le hiciste algo a alguien que no te había hecho nada. Y nosotros vamos a hacer lo mismo contigo —dijo el de la camiseta.
—¿Fue algo con la chica? —pregunté.
—¿La chica? Y, ¿cuál es el nombre de “la chica”?
—No sé, una chica que…
—Ja, el pobre perro ni siquiera se sabe el nombre de Julia…
—¿Julia? —pregunté —¿Así se llamaba? ¿Y ustedes…?
Y ellos. Y ellos venían a joderme. El tipo de la chaqueta de cuero roja sacó de su bolsillo un tarro de gasolina para encendedores. Para ser exactos, hidrocarburo sintético isoparafínico. Y comenzó a rociármelo encima.
—¡¿Qué?! ¡¿Me vas a quemar vivo, hijo de puta subnormal?!
—Algo así —dijo el hombre de la camiseta—. Pero si te pones a gritar como una señorita, simplemente te vamos a meter un tiro.
Entonces sonaron nuevos pasos bajando por las escaleras. Los dos hombres me dieron la espalda, y se quedaron parados frente al cubículo. El combustible para encendedores ardía en mi piel, y cerré los ojos para que no me los derritiera. Entonces oí la voz de uno de los chicos:
—¿Y ustedes quiénes son?
Abrí los ojos. Los chicos estaban, uno con una maceta en la mano y el otro con una llave de tuerca del tamaño de un brazo, parados ante los tipos. Entonces vi que el  tipo de la camiseta tenía un arma en la parte trasera de su cinto.
—¿Nosotros? ¡Quién putas eres tú! —le rugió el de la chaqueta roja al chico de la maceta.
—Eso no importa. A nosotros nos importa un culo qué vayan a hacer con ese tipo, pero nos debe plata —dijo calmadamente el chico de la maceta—. Nos hizo ir hasta la puta mierda por estas herramientas, y eso no es gratis.
—Je, je —rió el tipo de la chaqueta —Qué cagón tan cojonudo que eres. ¿Se puede saber cuánta plata te debe el imbécil este?
—No fijamos un precio. Yo diría doce lucas.
Entonces el tipo de la chaqueta sacó de su bolsillo un fajo grueso y jugoso de billetes. Y le dio dos de los billetes al chico.
—Ahora lárguense. Este tipo es nuestro hermano. Nosotros lo zafamos de allí. Lárguense, y llévense toda esa ferretería.
Los chicos se fueron y los tipos volvieron al asunto.
—Dame fuego —le dijo el de la chaqueta al de la camiseta.
El de la camiseta comenzó a hurgar en sus bolsillos y sacó una caja de fósforos.
—Rocíalo de nuevo —dijo el de la camiseta—. Esa mierda ya se debe haber evaporado.
El de la chaqueta me vació lo que quedaba del líquido encima, y luego arrojó el tarro vacío contra mi cabeza. El de la camiseta comenzó a agitar la cajita de fósforos, y dijo:
—¿No te suena bonito? ¿Eh, maricón? ¿No suena mejor que Mozart?
El sonido de una llave de tuerca contra la parte trasera de un cráneo es hermoso, sobre todo cuando estás bañado en gasolina y en la mano del dueño del cráneo hay una cajita de fósforos. El tipo de la chaqueta giró, y se quedó frío. El chico de la maceta blandió su herramienta contra la cara del tipo, cuya mandíbula quedó colgando de su cara por uno o dos nervios y un jirón de piel. Y así, con la mandíbula desprendida de su rostro, se acurrucó contra la pared con los ojos clavados en los chicos.
—Mira —dijo el chico de la llave de tuerca señalando al tipo de la camiseta, el cual yacía de espaldas a mi lado —el perro estaba armado.
—Cógela que nunca sobra, dijo el chico de la maceta. Y a ver —le dijo al tipo de la mandíbula mientras hurgaba en sus bolsillos —a ver donde están esos billetitos.
Okay, ya se hicieron ricos —les dije —ahora suéltenme.
Pero fue como si yo no estuviera allí. Los chicos ni siquiera me miraron. Luego de vaciar los bolsillos de los tipos, se dieron vuelta para partir. Entonces el tipo de la mandíbula, que estaba sentado contra el marco del cubículo, comenzó a gemir horriblemente. Los chicos volvieron a encararnos.
—Yo nunca le he disparado a nadie a la cabeza —dijo el de la llave de tuercas.
—Si es que se le puede llamar cabeza a eso —dijo el de la maceta señalando al tipo de la chaqueta roja —¡le falta la mitad!
Acto seguido, aún antes de oír la explosión, sentí el manguerazo de sangre golpeando mi cara.
—Ufff… ¡Qué efectos especiales! —dijo el chico de la llave de tuercas
sosteniendo el arma humeante.
Y luego se fueron escoltados por mis gritos de auxilio.
Fui conducido a la comisaría bañado en combustible y cubierto en sangre de cabrón. Allí me interrogaron quince agentes distintos, y a todos les narré, tan detalladamente como pude, lo que había pasado. Dije la verdad una y otra vez. Yo no era sospechoso de nada. Al día siguiente, lunes a la media noche, me liberaron. Pero tendría que presentarme diariamente en la comisaría. Camino a mi casa, hice una y otra vez mi mejor esfuerzo por recordar cuál había sido el punto de ebullición, qué había pasado la noche del sábado, cómo había caído yo en manos de esos dos psicópatas…
De nuevo me vi caminando hacia la casa de Julia, si es que ese era su nombre. Me vi colocando sobre la mesa de la cocina la bolsa que traía en mi mano. Me vi sacando de la bolsa una botella de un litro de alcohol industrial. Vi a Julia atada a la cama, con un trapo hediondo metido en la boca. Me vi vaciándole la botella encima. Me vi sentado en una silla de madera, mirando los ojos de Julia, que gritaban en silencio, los ojos de Julia, que preguntaban ¿Por qué? como las bocas de los grandes filósofos. Y la colilla trazando una parábola de mi mano al cuerpo hermoso y brillante, empapado en  alcohol.
Seguía con unas ganas horribles de un cigarrillo. En la comisaría rogué por tabaco y me dijeron que me fumara un pene. Me acerqué a un hombre que paseaba a su perro y hablaba por celular y le pedí un pucho. Sacó una cajetilla de su bolsillo y me dio un Marlboro rojo.
—¿Tienes lumbre? —le pregunté.
—Espérame un segundo —le dijo a quien fuese que estaba del otro lado de la línea, y luego me dijo—: No. No bajé fuego. Pero a la vuelta de la esquina tienes toda la lumbre del mundo —exclamó socarronamente.
Y sí, era cierto de todas formas. A la vuelta de la esquina estaba mi casa, y allí yo tenía fuego. Giré en la esquina, y vi el camión de los bomberos y las patrullas. Mi casa estaba en llamas. Pensé en mi novia y corrí hacia la patrulla.
—¿Había alguien adentro?
—No —dijo el agente—. ¿Usted vive aquí?
—No, un amigo mío…
—Pues tu amigo está más que jodido.
—Sí, ¿cierto?
En el césped de frente a mi casa habían unas tablas en llamas. Levanté una sosteniéndola por el extremo que no estaba prendido, como una antorcha, y con ella encendí el cigarrillo. Luego caminé, tarareando una canción de Porno for Pyros (Porno para Pirómanos), hasta llegar a la autopista. Estaba claro que alguien me quería fuera de allí.
Una vez en la autopista, caminé por la berma. Probablemente para cuando amaneciera ya estaría llegando a una de las salidas de la ciudad, y podría pedir aventón. Y levantaría mi pulgar sobre el asfalto como un emperador perdonando una vida: La mía.